15 agosto, 2012

Ser mi propia madre

De irresponsabilidades va la cosa.

Yo sé, porque a lo largo de mis años lo he comprobado empíricamente, que la gente cuando vive sola tiene que aprender a autorregañarse, y a decirse por aquí no, por aquí sí. Lo que nunca he conseguido averiguar es cómo lo hacen. Porque a ver, no se trata de convertirse en tu madre, qué horror, no podría beber cerveza estando tranquila, ni tener medio armario tirado por el suelo sin que me entrara un tic nervioso; sino de encontrar el equilibrio, ese punto medio entre el superego y el subconsciente que hace que todo fluya en armonía. ¿Cómo se convierte uno en una madre responsable pero a la vez demócrata? Un misterio. Por ahora tengo bandazos de superego y subconsciente a partes iguales.

Los manuales de Psicología Evolutiva ya me avisaban de esto cuando hablaban de los peligros de vivir con padres cuyo estilo educativo era autoritario:

Estilo autoritario:
-Normas rígidas.
-Alto nivel de exigencia.
-No existe el diálogo ni la negociación.
-Bajos niveles de afectividad.

Consecuencias en los hijos:
-Impulsividad.
-Rebeldía.
-Escaso control sin la personalidad paterna presente.
-Elevadas dosis acumuladas de frustración y agresividad.

Y ahora intento ser mi propia madre y quitarme las trabas del estilo educativo paterno. Me desfreudizo. Pero va a costar, sabe el cielo que me va a costar. Aunque tengo todo un año por delante para aprender. Como siempre, para describir los problemas siempre hay libros, para ver cómo se arreglan, no.

Estaría bien tener a mano un título: Sea responsable en 10 cómodos pasos/ Pereza, esa mala consejera / ¿Tendencia a la autodestrucción? No desespere /Por qué está mal hablar con una lata de cerveza a las 3 de la mañana.

Y así.

Soy consciente del todo inmaduro de la entrada, pero me da igual.

No hay comentarios: