24 julio, 2011

Retiro espiritual

Sí, pudiera ser. Pudiera ser que hubiera recuperado parte de la inspiración, no tengo ni idea. Me he exiliado entre Huelva y Portugal más de una semana y no me he enterado de casi nada de lo que ha pasado durante estos días. Sólo un vistazo rápido y leo la desgracia de Noruega hace uno o dos días. También algo de las marchas de miles de personas a Sol. Algunas críticas a Bene16, que viene a España en agosto para formar su campamento de niñatos católicos en pleno Madrid. Y pienso que tengo que recoger de nuevo el peso del mundo que solté y volver a devorar palabras de prensa, artículos y más artículos, entradas de blogs... y volver a estudiar, a devorar manuales y manuales y volverme una experta en este verano de un montón de cosas que apenas me interesan... y volver a escribir, a escribir de una manera decente... y hacer deporte, porque por fin he sentido la punzada del sedentarismo, he sentido a mi yo salvaje, ese yo que me incita a nadar y a buscar la abrasión del viento y del sol, y dejar de pasarme el cepillo por el pelo (creo que para mi subconsciente, el peine es un objeto esclavizador que el sistema utiliza para introducirme en su engranaje infernal... o una prolongación del pene de alguien o del pene en general, a lo mejor me estoy volviendo lesbiana, nunca se sabe con seguridad en estos casos...).

El caso es que vuelvo a lo que yo considero mi agujero-hogar, con mis gatos y con mi vida y me alegro por sentirme distinta, por sentirme más yo, más tostada por el sol pero menos quemada por la rutina. Y me gusta y siento no ponerme al día con toda esa montaña de obligaciones que veo ante mí, esperando a que les dé la patada.

Pero es que hoy no. Hoy es día de cine en casa y cerveza.

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