30 diciembre, 2010

Los baldíos


Por la mañana vi al diablo

envuelto en túnica roja

mientras portaba una sonrisa

entre pícara y burlona.

Huí por calles y avenidas

sin mirar atrás, no fuese

a, con sus garras, desgarrar mi sombra.


Caí de bruces en tus brazos,

triste y afligida dama gris.

Te miré, y tus ojos melancólicos

me devolvieron la mirada como sin querer;

a la vez, desde cerca y desde lejos,

como un fantasma;

como un recuerdo.


Temblorosa, me acerqué a tu oído y susurré

en un amago de dolor silente,

que los dos estábamos perdidos.

Yo, al permanecer siempre;

tú, al haber huido.


¿Qué era yo sino tú?

Apabullante escena de tráfico.


Un esbozo hierático de otra vida,

de un mal sueño.

Un tónico para paliar la risa.

Y los soñadores malditos sabemos

que dejar de soñar

significa estar muerto.


Y así dejé tu cadáver en la acera,

sin un abrazo, sin un beso.

Siempre soy la traicionada;

tú, el traicionero.

Te comenté impasible

que para mí nunca fuiste bueno.

Que no existía el tiempo

ni la distancia ni el destino.


Y así es como siempre termino,

embebida en mi propia morfina

de apasionado ofidio.


Y en tus muertas cuencas vacías

fijas en mi figura y mi reflejo,

tus labios inertes impregnaron en el viento

una pregunta retórica y baldía:

¿qué siente el Caos mirándose al espejo?


29 diciembre, 2010

Fragmentos


Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.

Leopoldo María Panero



Si te amara, gritó uno de ellos,
¿qué dejarías atrás?
Hubo otros antes que tú,
quise decir, y tú serás solamente alguien
antes de otro. Todo, dije.


Stephen Dunn

23 diciembre, 2010

Sigamos fortaleciendo a nuestros queridos Estados Unidos de América




Los de EEUU ya no tienen bastante con los graves problemas que existen en cada uno de sus diferentes estados. No están contentos con permitir la pena de muerte y la militarización de la población civil mediante la escasa legislación existente en cuanto a la adquisición de armas de fuego. Tampoco tienen suficiente con la invención de guerras absurdas sostenidas gracias a sus intereses económicos, con mantenerse impasibles ante un planeta que les pide a gritos que regulen sus emisiones de CO2 a la atmósfera y de otros compuestos altamente contaminantes. Y un largo etc.

No, no. Siguen intentando gobernar a Europa a través de unos politicuchos que venden los derechos de los ciudadanos europeos a la mayor potencia económica del mundo. O nos dejamos de tanta pantomima y nos vamos todos a votar a EEUU o que nos dejen tranquilos de una puta vez.

Qué peligrosa se vuelve la megalomanía...

22 diciembre, 2010

Amplia reflexión sobre la Ley Sinde

Obama a Merkel:

"Oye, ¿y por qué seguimos teniendo buenas relaciones

a pesar de las filtraciones de Wikileaks,

en las que dijimos que érais unos cobardes sumisos sin iniciativa?"

Merkel a Obama:

Porque somos unos cobardes sumisos sin iniciativa.


La Ley Sinde, la ley que permite cerrar webs sin un juicio justo, ha fracasado en el Congreso de los diputados. Muchos internautas, entre los que me encuentro, lo celebran.

Sin embargo, hay quien dice que esto no arregla nada, que seguimos teniendo los mismos problemas.

Sí y no.

¿Cómo se originó todo esto?

La SGAE, Sociedad General de Autores y Editores, en la que encontramos músicos, directores de cine, escritores y, por supuesto, empresarios, se erigió supuestamente para proteger los derechos de los autores del arte. Como ven, una causa justa. Pero como toda sociedad humana, degeneró. Los empresarios de la cultura se hicieron avariciosos. Los CDs, los DVDs, ya fueran de música o de vídeo se pusieron a unos precios estratosféricos. Con la excusa de “pagar la cultura”, como un objeto de consumo más, los precios tan enormemente abusivos sólo te dejaban tres salidas: o comprar cultura y no comer, o comprar cultura como artículo de lujo una vez cada mil años, o no comprar cultura.

¿Por qué la cultura, algo que nos pertenece a todos, se convirtió en artículo de lujo? ¿No sería más razonable poner unos precios normalizados y hacer de este modo que la gente compre más? (Y me consta que hay autores que no dejan que sus discos pasen de los diez euros, por lo tanto, la situación no es imposible).

A esto se le añade otro problema: hay personas como yo, como tú, que no entienden la vida sin música, sin películas, sin libros, sin arte. Personas que estamos ávidas de cultura. Sólo nos quedaba la miserable elección de tener cultura a cuentagotas, o suspirar por la cultura que nunca podríamos adquirir. Esto, por supuesto, nos arrastraba a una sociedad del ladrillo, señora Sinde. No poder comprar cultura nos arrastra hacia el analfabetismo –curiosamente, la propia SGAE está llena de él… porque el excesivo interés por el dinero genera una cultura cada vez más empobrecida… la cultura basura que llena nuestros equipos de música, nuestras librerías, nuestras pantallas. Si el dinero es lo único que importa, la cultura es lo de menos. Todo un logro por parte de la SGAE-.

Así que nació el “mercado negro”. Ares, Emule, Series Yonkis… compartir cultura totalmente gratis. ¿Cómo no íbamos a correr tras ella? Además, era una patada en los cojones directamente a los empresarios. ¿Por qué no íbamos a hacerlo?

Hubo autores inteligentes que supieron hacer frente a la situación. En sus páginas webs podías descargarte con gran calidad su música o su cortometraje por un módico precio. Y la gente lo compraba encantada, porque con 10 euros podías tener 3 discos o 3 películas y encima se veía y/o escuchaba bien.

Pero la SGAE no estaba dispuesta a perder dinero. Y fueron estúpidos. Estúpidos como sólo la avaricia puede hacerte. Y se sacaron el cannon. El famoso cannon que nos hizo aborrecerlos. ¿Por qué? Porque pagarle un precio extra a la SGAE en un cannon significa una autoinculpación que no tiene por qué ser cierta. A ver, ¿por qué al comprar una impresora tengo que pagarle X a la SGAE? ¿Y si lo que voy a imprimir es mi propia obra? Porque eso es lo que hago yo. Antes de imprimir un libro por Internet, me lo compro. Me sale más barato y la traducción es mejor. Así que no entiendo la razón adjudicar cánnones a lo que a ellos les salga de las narices.

De hecho, por eso mismo no tengo impresora. Porque me niego a pagarles una mierda a esos cretinos.

Y, por cierto, a pesar de la oposición de todos los españoles al cannon, nos lo hicieron tragar. El gobierno actuó fatal.

La empresa de la cultura cada vez estaba peor en nuestro país. Se lucraban los creadores de páginas webs y los autores ganaban mucho menos que de costumbre. La situación no era justa, pero había sido la propia Sociedad de Autores la que había, con su irresponsabilidad, hecho que los ciudadanos prefirieran a otros ciudadanos para compartir cultura antes que a los empresarios.

Y protestaron y protestaron, pero no consiguieron nada.

Hasta que EEUU se metió por en medio. Y si hay algo a lo que el PSOE, partido que actualmente gobierna España, le tiene miedo es a EEUU. Bueno, PSOE y PP tengo que decir aquí. Porque el PP nos metió en la famosa guerra de Afganistán porque le debíamos “favores” a los norteamericanos. Todos vendidos a esa puta potencia mundial.

Y EEUU dijo: Vaya, si con las descargas en España, el grandioso Hollywood también sufre. Pues bien, como tengo a España comiendo de la palma de mi mano, voy a diseñarle una ley que me interesa y se la voy a vender al PSOE.

Y eso hizo: voilà, la Ley Antidescargas o Ley Sinde había nacido. Los de la SGAE se mataron a pajas al saber que el PSOE la había incorporado a su programa electoral. Todo iba viento en popa.

Los españoles protestamos. Se nos iba a terminar la cultura gratis. Y encima, nuestras páginas amigas y nuestros programas P2P podían estar en peligro. Porque la Ley Sinde permitía que se cerraran sin un juicio justo previo, ya que la potestad para dejar abierta o cerrada una web lo decidía un “consejo” lleno de amiguitos de la SGAE. Que sí, que eso lo tenía que ratificar un juez. Pero ratificar no significa “examinar”. Eso no era justicia.

La Ley Sinde empezó a ser aceptada entre los diversos partidos políticos. Los usuarios nos temíamos lo peor.

Y protestamos. Atacamos webs, mandamos faxes, hicimos llamadas a los ministros, les llenamos las bandejas de correo de emails. Y algunos nos escucharon. Ya por cobardía, por miedo a perder votos o por hacer las cosas bien (esto último, tal vez algún militante perdido por ahí). Pero hicieron lo que les pedíamos.

A Sinde esto le repateó: ¡si la cosa seguía así, no podríamos mirar a la cara a Obama! E hizo un llamamiento al embajador de EEUU para presionar a los partidos que se oponían a la Ley Sinde. Una verdadera vergüenza. ¿O es que acaso vamos a tener que ir a votar todos a EEUU, ya que parece ser que son ellos quienes ejercen la soberanía española?

Los partidos opositores se mantuvieron firmes. Gracias a ellos la Ley Sinde fracasó. Se mire por donde se mire, fue un triunfo para los derechos de los españoles.

¿La SGAE? Dijo, para más inri, que ahora no sólo iban a ir a por las webs, sino también a por los usuarios –en plan Hitler-. Pero vamos a ver, chorizos, ¿cómo os atrevéis a desafiar a todo un país por seguir enriqueciéndoos a nuestra costa? ¿Cómo no se os cae la cara de vergüenza?

Si la SGAE va a seguir así, malo. En lugar de tener un poco de sentido común, se recrudece.

Ya no podemos ir al cine a ver películas. Con entradas de 6 euros o 7, nos han dejado sin ir al cine. Cuando yo era pequeña, el cine costaba 300 pesetas. Ahora más de mil pesetas. Y si es en “tecnología 3D”, la nueva gilipollez que lleva años inventada y que nos lo venden como una “novedad”, pues la entrada se encarece todavía más –que, por cierto, vaya pupa le está haciendo la tecnología 3D al argumento de las películas. Ahora se puede hacer un largometraje con muchos efectos especiales y totalmente vacíos. Genial. La cultura cada vez más cara y más insignificante-.

¿La solución? Que la SGAE se sentara a hablar con los usuarios. No todos somos unos jetas que queremos tener “todo por nada”. Yo prefiero pagar 4 euros por un cd de música o por una película si sé que la calidad va a ser buena, en lugar de descargármelo y que se vea y/o escuche mal. De verdad. Esos 4 euros no me dolerían. ¿Pero 20 euros por un disco? ¿30? ¿40? ¡!¡! ¿Sabe, señora SGAE, lo que yo hago con 20 euros? Me da para comer una semana. ¿30 euros? Para comer en casa una semana y salir fuera a comer un día. O al cine… que ya no voy, porque se han pasado con el precio de la entrada –que hasta 4 euros yo los pagaba encantada también-. ¿Inconcebible? Bueno, puede ser alucinante para unos empresarios piratas y ladrones que tienen mansiones, viven fuera de España y se gastan una millonada en un coche de mierda. La pobreza agudiza el ingenio. Estamos en crisis. No vengan a tocarnos las pelotas ahora. El problema es que la SGAE no quiere hablar. Quiere tu dinero. Quiere tu dinero por encima de tus derechos. Si la SGAE quisiera hablar con nosotros, de tú a tú, ya lo habría hecho. Pero sólo asoma la cabeza cuando le interesa. Y como no le interesa poner la cultura a un precio accesible, porque si lo hiciera, los de siempre no podrían seguir forrándose igual, va por las malas.

¿EEUU? Bueno, Wikileaks ya nos ha confirmado a todos lo que sabíamos de ellos: que son unos energúmenos hipócritas narcisistas abusones avariciosos avaros oportunistas que hacen y deshacen a su antojo en nuestro mundo. Con que el PSOE dejara de escucharlos bastaría. A ellos y a las multinacionales.

Pero como todo esto no va a pasar, como se van a poner chulos y van a apretarnos las tuercas cada vez más, como esto va a pasar a ser una batalla por a ver quién tiene más cojones, a los usuarios nos van a hundir. Pero hundidos estamos ya. Así que al menos procuraremos que ELLOS se hundan con nosotros.

Los usuarios hemos descubierto que podemos unirnos. Que podemos luchar. Y que se nos puede escuchar. Esto pondrá las cosas más peligrosas.

Antes de que la sangre llegue al río, por favor, sentémonos y hablemos.

Sin embargo, como dije, eso no va a ocurrir porque Mientras pueda utilizarse la fuerza para qué el dialogo”.

Deprimente.


17 diciembre, 2010

Un engaño original.

Ella tomó la pastilla y con la ayuda de un vaso de agua se la tragó.

-Muy bien hecho, cielo – le dijo Alberto, su marido, besándole el pelo.

Ella le sonrió tímidamente. Después de cinco años, seguía fiel a su medicación, sin saltarse ni siquiera una toma. ¿El motivo de ingerir fármacos desde hacía tanto tiempo? Se le había olvidado por completo. Tal vez, por la medicación.

Pero era feliz.

-¿Eres feliz? –preguntaba su marido.

Y ella, obedientemente, respondía que sí.

-Bueno, he de irme a trabajar –le dijo él cuando el reloj andaba cerca de las nueve menos cuarto – Vas a ser buena, ¿a que sí?

Y ella, obedientemente, respondía que sí.


Después del trabajo, el marido se iba con sus compañeros a tomar unas copas.

-¿Cómo consigues que Verónica no te dé guerra alguna? –preguntaba José Antonio asombrado por las palabras de Alberto.

Alberto sonreía impasible.

-¿Cómo logras que haga lo que tú quieras? –inquirió Fernando.

La sonrisa de Alberto se pronunció.

-Y sobretodo… ¿cómo consigues que crea en tus palabras y te admire por lo que dices?

Alberto, sin dejar de sonreír, sacó una tableta de pastillas:

Originalidad®.

Dos pastillas al día.

Si no se logra su efecto, robar la Originalidad a otro. Funcionará.

Mantener fuera del alcance de los niños.


¿Acaso un engaño puede dejar de ser un engaño?

16 diciembre, 2010

El colegio en el año 2025

Ademaro entró en el despacho del profesor de Física. Nunca le había gustado aquel tipo. Alto, robusto, con un imponente bigote que se atusaba sin cesar mientras explicaba teoría vectoriana, siempre llevando unas pesadas gafas que utilizaba para apuntar acusadoramente a alguno de sus alumnos para indicarle que saliese a la pizarra.

El profesor estaba dormido en la silla del escritorio. Los pies en alto, sobre la mesa, dejando a la vista un par de calcetines grises apolillados. Roncaba ligeramente, con la boca entreabierta, dejando caer un hilillo de saliva desde las comisuras que arruinaba una de las hombreras de su chaqueta.

Ademaro caminaba despacio, sin encender la luz del despacho, controlando su respiración. El colegio estaba desierto. Los martes, el profesor de Física era el único que tenía tutoría y las chicas de la limpieza hacía un par de horas que se habían marchado.

Ademaro avanzaba haciendo resonar sus desgastadas deportivas en el suelo perfectamente pulido y encerado, mientras arrastraba un hacha que tintineaba graciosamente entre las patas metálicas de las sillas que había desperdigadas por toda la habitación.

No se escuchó más sonido que el de una hoja de acero inoxidable rasgando el aire. Y después, un golpe seco y salpicaduras.

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¡Flash! ¡Flash!

-¿Cómo se declara su hijo?

¡Flash! ¡Flash!

-¿Diría que el chico sufre algún tipo de transtorno psiquiátrico?

¡Flas! ¡Flash! ¡Flash!

-¿Es ésta la primera vez que comete un acto delictivo?

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Isabel, la madre de Ademaro, se deshacía en lágrimas en la comisaría.

-¿Y no notaron ningún cambio en él durante las últimas semanas? –preguntó el señor Martínez, comisario.

-No. Bueno… estaba un poco más callado de lo normal. Pero Ademaro siempre ha sido un muchacho tímido. Le gustaba pasar largas horas encerrado en su habitación, leyendo o jugando al ordenador. Como cualquier adolescente. ¿Usted sabe? Pero nada raro. No leía cosas violentas, al menos que sepamos. Demostraba interés por el deporte, aunque no tenía muchos amigos y no solía practicarlo a menudo –explicaba Domingo, el padre de Ademaro.

-Entiendo… -murmuraba el señor Martínez mientras apuntaba algo en un folio con un bolígrafo que apenas sí le quedaba tinta- ¿se quejaba a menudo de Manuel, el profesor de Física?

-No directamente. Siempre decía que la asignatura de Física era muy difícil, pero no manifestaba ninguna queja por el profesor. Se nos hace tan difícil, ¿sabe? Él no solía llevarse mal con sus maestros. Llevaba una vida normal. No entendemos qué ha pasado.

-¡Eso! –gritó Isabel- ¡eso! ¡Algo debió de hacerle el profesor para que Ademaro se comportara de esta forma! ¿No lo ve? ¡Don Manuel tuvo que hacerle algo! ¡A mi hijo! ¡Mi niño! ¡Mi Ademaro! –y estalló en un nuevo mar de lágrimas, más tumultuoso, escondiendo el rostro congestionado en un pañuelo de tela.

-¿Me está diciendo, señora, que el señor Don Manuel García es el culpable de su propia muerte?

-¡Claro que sí! ¿Por qué iba a matarlo mi niño? ¡Fue el profesor! ¡Estos profesores de hoy en día no sirven para nada! ¡Mejor así! ¡Mejor que ese hombre haya muerto! ¡Seguro que le tenía manía!

15 diciembre, 2010

Canción basura que me pone sentimentaloide

Hoy estoy romántica. ¿Increíble, verdad?



Soy la pregunta del millón.
Siempre la interrogación.
No respondas que sí porque sí.

Y qué, qué podrías tú decir
si yo no te voy a oír.
No me entiendes
y nunca seré lo que esperas de mí.

Jamás ya me vas a conocer,
niño y hombre puedo ser
no me uses y apartes de ti.
Y vi cómo alguien aprendió
lo que nadie le enseñó.
No me entienden,
no estoy aquí...

Y yo sólo quiero ser real
y sentir el mundo igual
que los otros, seguir siempre así.
¿Por qué yo tendría que cambiar?
Nadie más lo va a intentar
y no entienden que sigo aquí.

Y tú ves lo que ellos nunca ven.
Te daría el cien por cien.
Me conoces y ya no hay temor.

Yo mostraría lo que soy
si tú vienes donde voy.
No me alcanzan
si eres mi amigo mejor.

Que sabrán del mal y el bien,
yo no soy lo que ven.
Todo un mundo durmiendo
y yo sigo soñando, ¿por qué?
Sus palabras susurran mentiras
que nunca creeré.

Y yo sólo quiero ser real
y sentir el mundo igual
que nosotros, por ellos, por mí.
¿Por qué yo tendría que cambiar?
Nadie más lo va a intentar
estoy solo
y sigo aquí.

13 diciembre, 2010

Cómo llegué a ser políticamente incorrecta.


Cuando tenía 17 años, en clase de Inglés, no recuerdo qué fue lo que respondí –seguramente lo que pensaba con toda sinceridad- a una pregunta más o menos trivial que formuló mi profesor, a lo que él me replicó de forma despectiva que lo que había dicho no era políticamente correcto –he de añadir que ese profesor me odiaba porque, digamos, fui poco discreta al comentar con una compañera de clase que su método didáctico lo convertía en un auténtico incompetente; y me imagino que me guardaba rencor en cierta forma, ya que no podía descargarse contra mí en lo académico, al ser mi trabajo en clase impecable-.


Siempre había luchado por ser más o menos políticamente correcta. Sobretodo en ciertos ambientes. Siempre me pareció la opción más inteligente y era algo que siempre se me había atribuido. No me imaginaba por qué había sido políticamente incorrecta con el tacto que tengo para decir las cosas y, desgraciadamente, no recuerdo mi comentario, por lo que no puedo juzgarlo ahora.


Me chocó de tal forma lo que me había dicho, que me puse a reflexionar inmediatamente sobre si yo era o no políticamente incorrecta en cuanto a lo que decía –maldiciendo entre dientes al profesor por no haberme explicado la razón de sus palabras… aunque he llegado a la conclusión de que simplemente a él le tocaba los huevos el hecho de que fuera una cría y ya pusiera los puntos sobre las íes, por lo que para él, era políticamente incorrecta o, directamente, incorrecta… e incorregible-.

A mí siempre me ha gustado ser diplomática. Es decir, me gusta conseguir las cosas por las buenas antes que por las malas. Me gusta utilizar la sutileza en la elección de mis palabras. Me gusta la negociación. El debate. Los acuerdos. Los desacuerdos. Sin embargo, estaba claro que si era políticamente incorrecta, mi diplomacia no llegaba a los requisitos mínimos.


Crecí un poco más. Descubrí que el mundo no solía ser políticamente correcto. Que lo políticamente correcto era una patraña. Que lo políticamente correcto tenía más de hipocresía que de corrección. Y acepté ser políticamente incorrecta. Acepté decir lo que pensaba. Y esto siempre revestía más o menos cortesía dependiendo de la persona a la que respondiera.


A pesar de que tengo todo este blog en mi contra, no suelo tirarme a la yugular de alguien que piense diferente a mí a la primera de cambio. Me gusta discutir con corrección, se podría decir –aunque también tengo mis días, como todos… y suelo decir tacos, muchos, muchísimos tacos... colocados con gracia, eso sí-.


Pero hay opiniones y opiniones (ayer me pasé media hora en Facebook denunciando páginas y grupos que atacaban la homosexualidad). Y hay formas y formas de actuar. Y hay cosas intolerables. Absolutamente intolerables. Desde el punto de vista del sentido común, de la lógica, de la naturaleza, de la psicología, de la ciencia, de los derechos humanos. Hay cosas que son realmente abominables. Y hay cosas que me pueden. Y ante eso, no me puedo contener.


Creo que la tolerancia hay que practicarla ante lo diferente, siempre que “lo diferente” no atente contra la dignidad e integridad del ser humano. Pero que no os engañen. Ciertas dosis de intolerancia extrema siempre serán buenas, razonables y justificables ante ciertos aspectos (siempre que no se llegue a las manos). Esto es algo de lo que me terminó de convencer Richard Dawkins. Muchas, muchas gracias.


Y hay ciertos aspectos sobre los cuales, ciertamente, soy muy intolerante. Soy muy intolerante con la religión, con cualquiera. Soy muy intolerante con el sexismo. Con el racismo. Con el nacionalismo. En general, soy muy intolerante hacia las actitudes de división de la humanidad que se agarran a estúpidos pretextos para apartar al otro y creerse superior. Por lo que, generalizando al máximo, soy intolerante con la estupidez. La única frase que he leído que merece la pena de Fernando Savater –y me imagino que no es suya; siendo él además, el primer imbécil- es que “tenemos la obligación de no ser imbéciles”.


Creo que el respeto no se gana. El respeto hacia el otro es algo que se ha de tener y que, si acaso, se puede perder. El desconocimiento no es motivo para dejar de respetar.


Y hablando de respeto, una de las cosas que se me enseñaron de pequeña fue “respetar a mis mayores” –esto va, por supuesto, porque mi profesor era alguien “mayor” a quien debía respetar-. Esto contenía implícito, por supuesto, el respetar a tus mayores aunque tus mayores hicieran una barbaridad.


Esta es otra de las cosas que me ha enseñado la vida: A los mayores –como a cualquier otra persona- hay que respetarlos, de primeras. Pero con la cantidad de “mayores” hijos de puta que hay sueltos por el mundo, la norma se convierte en inútil. Se dice que la edad es un grado. Lo que no dice el refrán es de qué es el grado. Y los hay que tienen grado en hijoputismo y otros que tienen un grado en estupidez. El mayor no es necesariamente más listo, más capaz, más hábil. Si acaso, más experimentado. Pero cuántas veces la experiencia se trunca y se convierte en bilis.


Tal vez esto es lo que falla, en parte, en la Educación de nuestro país. Que “los mayores” se han querido rodear de una aureola de sabiduría de la que no disponen. Y los menos mayores nos damos cuenta de ello. Se habla mucho de los jóvenes que no respetan a sus mayores en las aulas –lo cual es un atropello y desestabiliza el sistema de valores, se mire desde donde se mire y más aún si la falta de respeto conlleva una agresión física o verbal- y en la mayor parte de los casos encontramos a un puñado de nenacos energúmenos que se creen muy listos y que son unos tiranos insufribles… lo cual no quita los errores del otro bando. El de los profesores. Miren a nuestros profesores. Los hay que cometen faltas de ortografía. Los hay que no saben expresarse. Los hay que no tienen ni puta idea de cómo enseñar. Vemos que los nenacos insufribles y tiranos ignorantes de otros tiempos, son ahora profesores. ¿Ustedes ven las asignaturas y la calidad de los planes de estudio de Magisterio? ¿Cómo vamos a poner a semejantes individuos al frente de nuestras escuelas y decir que eso se debe respetar?


He desvariado mucho, lo sé. Pero ¿acaso la corrección política no debería ser un factor más en la educación? –que no la crítica pobre, la hipocresía y las puñaladas por la espalda-.


09 diciembre, 2010

Anonymous

Queridos lectores,

me imagino que estaréis familiarizados con la polémica que se ha levantado con Wikileaks. Así mismo, con aquella información que asegura que desde la detención de Julian Assange -creador de Wikileaks-, un grupo llamado Anonymous ha estado atacando páginas webs tales como Paypal, Visa o Mastercard al haber cedido estas organizaciones a las presiones de Washington para que no financie Wikileaks. Anonymous no es la primera vez que actúa. Ya pudimos ver cómo iban contra la Sgae. Así mismo van contra otras organizaciones, tales como la Cienciología.

He aquí su carta de presentación al mundo:

Aquellos que niegan la libertad a los demás, no la merecen para ellos mismos.
- Abraham Lincoln

Aquel que sacrifica la libertad por seguridad, no merece ninguna de las dos.
– Benjamin Franklin

Hola, mundo. Somos Anonymous. Lo que sepáis o no sepáis sobre nosotros es irrelevante. Hemos decidido escribiros a vosotros, a los medios a todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo libre para informaros de nuestro mensaje, nuestras intenciones, objetivos potenciales y la campaña que hemos puesto en marcha por la libertad.

Esto es cierto —
Bajo el imperio de los grandes hombres
La pluma es más poderosa que la espada.
- Richelieu o la Conspiración, Edward Bulwer-Lytton

El mensaje es simple: Libertad de Expresión. Anonymous está haciendo una campaña pacífica por la Libertad de Expresión en todas partes y en todas sus formas. Libertad de expresión para: Internet, el periodismo y los periodistas y los ciudadanos de todo el mundo. Al margen de lo que pienses o quieras expresar: Anonymous está haciendo campaña por ti.
Las recientes noticias sobre nuestras campañas han sido, en el mejor de los casos, mal informadas. Anonymous no es siempre el mismo grupo de gente. Se dice de la Constitución de los Estados Unidos que es un documento vivo, porque se puede editar, enmendar, modificar conforme a la voluntad del pueblo para acomodarse a las necesidades del pueblo. De la misma forma, Anonymous es una idea viva. Anonymous es una idea que se puede editar, actualizar, enmendar, cambiar en un instante. Somos una conciencia viva. No somos una organización terrorista como los gobiernos, los demagogos y los medios os querrán hacer creer. En este momento Anonymous es una conciencia concentrada en una campaña pacífica por la Libertad de Expresión. Pedimos al mundo que nos apoye, pero no por nosotros, sino por vosotros mismos. Cuando los gobiernos controlan la libertad os controlan a vosotros. Internet es el último bastión de libertad en este mundo tecnológico en constante evolución. Internet es capaz de conectarnos a todos. Cuando estamos conectados somos fuertes. Cuando somos fuertes tenemos poder. Cuando tenemos poder somos capaces de hacer lo imposible. Por eso es por lo que el gobierno está actuando sobre Wikileaks. Esto es lo que temen. Tienen miedo a nuestro poder cuando estamos unidos. No olvidemos esto.

"…Debemos temer a los hombres malvados. Pero no hay maldad que debamos temer más que la indiferencia de los hombres buenos."
- Monseñor, Boondock Saints

Las intenciones de Anonymous son claras. No somos vigilantes, a pesar de la cita de Boondock Saints, somos personas en una campaña por la libertad. La intención de Anonymous es cambiar la visión que actualmente tienen los gobiernos y la gente sobre la verdadera Libertad de Expresión e Internet. Anonymous está dispuesto, preparado y capaz para hacer campaña por la libertad de todos y todas. Estamos en campaña ahora mismo, mientras lees las noticias, ves televisión, discutes con tu pareja, quieres a tus hijos, odias a tu vecino, criticas a la persona que tienes al lado. Estamos en campaña. El objetivo es simple: ganar el derecho a mantener Internet libre de todo control por parte de ninguna entidad, corporación o gobierno. Haremos esto mientras nos quede aliento. No lo hacemos por nosotros mismos, sino por todo el mundo y sus gentes.

La verdad es tomada por traición en el imperio de la mentira.
- Ron Paul

Prestad atención ciudadanos, gobiernos, mundo. La campaña pacífica de Anonymous se centrará en cualquier organización, corporación, gobierno o entidad hasta que Internet sea verdaderamente libre.
Anonymous está haciendo lo que muchas campañas exitosas han hecho antes: una sentada. Puede que sea difícil de comprender, pero una sentada digital es la forma más eficaz de mostrar que todos y todas merecemos la Libertad de Expresión y un Internet libre. Nuestro métodos pueden parecer, desde fuera, crueles con las entidades a las que se dirgie nuestra campaña, pero recordad que apoyando a la censura, lo que están haciendo es negarnos a todos un derecho humano fundamental. Cualquier persona, corporación, gobierno o entidad que deje de apoyar a la censura y comience a promover la Libertad de Expresión y un Internet libre se convertirá en nuestro aliado. Anonymous, en este momento, quiere persuadirlos en lugar de dañarlos. Estamos en campaña por la libertad de todos, incluso de quienes se nos oponen.
No nos temáis. La campaña de Anonymous no pretende dañar a ningún ciudadano individual, ni organización, página web o gobierno que apoye una verdadera libertad de expresión. El pasado de Anonymous no es nuestro futuro. Estamos aquí por todos vosotros, para hacer campaña por todos vosotros. Donde otros han prometido y fracasado, nosotros mantenemos esta promesa y perseveraremos, por todos.
No todo lo que se atribuye a Anonymous es obra nuestra. No somos la misma conciencia a cada hora, mes o año. No creáis todo lo que oís o leéis en las noticias. A Anonymous a menudo se le atribuyen acciones que no pertenecen a la campaña de Anonymous. El núcleo verdadero de Anonymous está aquí para ayudar al mundo libre. Anonymous desea representar la verdad y pide lo mismo de los ciudadanos, los medios y los gobiernos.


Mi más sincero apoyo.

Difundid este mensaje.

¡A las barricadas!


Salud y libertad.


07 diciembre, 2010

Revista


Editorial

Un café rápido,

un zumo de naranja, quizá

no basten para restablecerte el ánimo.

Observa el atardecer

con un duro beso en los labios.

¿Cómo puedes ser tan cruel?


Artículo 1

Llevarme el viento prendido en el rostro

duele tanto como no volverte a ver.

Quizá no debí pedir tanto.

La ironía es que fue sin querer.


Artículo 2

No me duelen las avenidas.

Ni el más mínimo rincón.

Sólo me pregunto

por qué en estas calles

se rezuma la misma escarcha

que en las aceras de tu corazón.


Artículo 3

Fuiste a ver la caída de las hojas

y el cielo tomó por decisión

desnudarse a su vez.

Gorriones y jilgueros por doquier

yacieron muertos entre las setas.

Qué macabra oferta,

naturaleza muerta a tus pies.


Contraportada

Se disparó la aguja del velocímetro

mientras caía una tormenta implacable

sobre tus manos llenas de nieve.

Nadie sintió cómo corrió

la sangre en tu interior.

El breve lagrimeo en tu boca.

Cómo te aferrabas al manillar

sin superar los noventa kilómetros hora.


03 diciembre, 2010

La desidia

He revisado el blog -no demasiado en profundidad, sólo un vistazo rápido- y lo cierto es que, a veces, despuntaba en lo que escribía. Había trazas de genialidad, pocas, pero las había. Sugerencias agudas. Textos sugerentes. Sutileza y elegancia. Historias.

También había desastres, por supuesto, y gilipolleces dignas de la horca, pero me permitiréis ser más o menos generosa en mi retrospección. Si echo la vista atrás ahora mismo es porque lamento no tener aquello que creo que he perdido -y espero que sólo sea temporalmente- mi talento.

Estoy leyendo todo lo que puedo. Casi todo lo que cae en mis manos. Y no tengo ganas de escribir. La lectura no me da aliento para escribir. Ha habido un par de intentos, cosa que era impensable hace varias semanas, pero borro todo lo que escribo.

Creo que tendré que auto-terapiarme. Aunque esté altamente desaconsejado, a mí me funciona. O me ha funcionado. Tendré que probar.

Escribo todo esto porque sé que hay un reducido grupo de personas que se pasan por aquí de vez en cuando y les gusta leer... lo que sea que escribo. La verdad, a veces me lo pregunto, ¿por qué me leéis? ¿Qué es lo que os atrae hasta aquí? ¿Qué es lo que os gusta leer? ¿O acaso sólo es aburrimiento? ¿Cotilleo? ¿Interés hacia mi persona? ¿Interés por... qué?

Sé, porque vosotros lo sabéis, perezosos lectores, que este blog no es ni ha sido nunca un hervidero de comentarios. No es lo que busco al tener este blog. No necesito palmaditas en la espalda cada vez que considero que lo que he escrito está bien, igual que tampoco necesito que me escupan cuando pongo cualquier tontería -aunque las palabras amables se agradecen y las desagradables... depende del tono, pero también ayudan-. Creo ser lo suficientemente autoexigente como para ser consciente de la calidad de mis escritos. Y si cuelgo cualquier tontería, lo hago porque sí, porque me da la gana y porque éste es mi blog.

Y vosotros lo leéis.

Os dejo esa pregunta, por si alguien quiere contestarla. Tampoco me pegaré un tiro si nadie lo hace. Es mera curiosidad, aunque también pienso que algunas de vuestras palabras, bien reflexionadas, pueden echarme un cable en este momento de sequía. Y quien sea demasiado tímid@, siempre tiene la opción de Anónimo.

Por mi parte, seguiré haciendo todo lo posible, primero por escribir y después, por Escribir.

Un saludo.