09 febrero, 2010

Labios fúnebres


Labios fúnebres:

Su beso es el roce de un suspiro que resbala por la frente,

tácito y ambiguo,

quedo en su vertiente.

Labios fríos,

labios que, de azules, son iridiscentes,

y provocan con un beso

el letargo de la muerte.

Labios fúnebres los tuyos, labios eternamente míos

por no poderlos atrapar en un instante;

labios que en su ausencia marcan en mi memoria

la tragedia de su presencia constante.

Labios fúnebres los míos,

hastiados del almíbar de los besos,

o firmemente sobrios y abandonados,

huérfanos de todo afecto.

Labios fúnebres que yacen muertos,

ahogados por tu marcha.

Labios fúnebres posados en una carta

llena de misterios y plagada de errores,

de lamentos ya pasados, y momentos ya vividos,

de perennes e hirientes equivocaciones.

Labios fúnebres y ardientes descendiendo por mi piel,

cadavéricos, casi oníricos,

la fuente idílica del intenso placer,

inasible su contacto, inaudibles a su paso;

solo queda una marca a fuego

en quien consiguen poseer.

Labios fúnebres tu mirada

ahora cálida, ahora helada,

ahora grandiosamente desgastada

por los años que no perdonan

el nacimiento de la mañana.

Labios fúnebres tu figura,

sombra forjada en materia oscura,

que a la luz de las farolas se alimenta

y renace en una estrella muerta

salpicada de dulzura.

Labios fúnebres que se encuentran

y reviven a hurtadillas,

labios que llevando la merienda

rescataron tu mejilla.

Labios célebres,

labios desconocidos que nunca besaré

y a los que dedico un minuto:

Son por ellos mis labios fúnebres

y van de luto.

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