13 septiembre, 2009

Los elementos del olvido (En ausencia de la tormenta perfecta)





En el desván
ya no crecen telarañas
desde que te has ido.


La lluvia irrumpe traicionera
y me hace rememorar
el sabor de tus labios
en cada gota
que se suicida por el cristal.



Y llueve.
Llueve como llueven mis ojos
desde que te has ido
para no volver jamás.



Aire.
Aire que me recuerda
el olor de la tierra húmeda
y tus pasos sobre la hierba,
que no me deja olvidar
que, desde que te has ido,
estoy muerta.



Agua.
Agua que no cura
el dolor de las heridas
ni el sabor de la sangre en mi boca.
Las astillas se me clavan en los dedos
y decrecen el olvido en mi memoria.



Fuego.
Fuego extinguido
de las pasiones que se han ido,
de los ecos destrozados,
de los secretos prohibidos.
Del ronco estruendo
de la lucha entre tu sexo
y el mío.



Tierra.
Tierra, diosa y madre
a la que volveré algún día
sin el calor de tus abrazos.
La ausencia en mi regazo
me desgarra por momentos el alma
y me susurra, indolente, que,
tras la tormenta perfecta,
viene la calma.




No hay comentarios: