28 junio, 2009

La sala de estudio



Dime Luna, tú que acompañas
al caminante silencioso desde el cielo
si hay una noche más triste que ésta,
donde la sala de estudio vacía
queda abandonada por el éxodo
masivo de estudiantes
y ya nadie recuerda el sufrimiento
que causa el esfuerzo
del pupilo esmerado.

Yo aún tengo que perderme
entre neurotransmisores
y drogas duras,
por no hablar de las miles de funciones
del hipotálamo y sus amigos.

Me acompaña una lata de coca cola vacía
y me mira con ojillos de desamparada;
¿Quién te abandonó
después de darte un beso?
Su cadáver me reprocha
que no la tome entre mis manos
y construya un lapicero.

Se escuchan las voces
de los estudiantes muertos.
¿Acaso no veis que aquí
solo se encuentran aquellos
que sintieron que esta residencia
era un manicomio?
Y yo soy la que en él os encerrará,
no debería estar dentro con vosotros.

Pero una mesa azul me retiene
y me llama por el nombre que no tengo.
“¡Aliénate conmigo
y pasa a ser un árbol muerto!”
Y yo dejo reposar en ella mi cabeza
y entre sacapuntas y bolígrafos
me entrego a ella por completo
y hacemos el amor.


No hay comentarios: