18 abril, 2009

En ausencia de Iván Ferreiro.



A un paraguas roto y abandonado al anochecer
en alguna calle de Córdoba



Has servido bien a tu dueño,
fielmente, todo este tiempo.
Un mal viento te mató
y ahora sólo eres un cuerpo abandonado,
desgajado, en un oscuro rincón.

Llueve.
Sientes frío y miedo.
El mundo te amedrenta
con hostiles miradas
mientras tú te quedas quieto,
solito en el suelo, medio muerto.

¡Ay, si te pudiera coger!
Te acunaría en mis brazos
como a un niño pequeño
y te cubriría de besos.
¡Me dan tanta pena
esos ojitos que tienes
que nadie más puede ver...!

Sólo tres mentes prodigiosas
se percataron de ti ayer.

Creo que nos enamoramos de ti al instante.

Y quizá, lo más triste es saber
que nos sentimos identificados contigo en la noche,
éste, yo y aquel.

Trez corazones
y un mango, rotos,
unidos bajo el agua al anochecer.


Soy una poetisa inservible,
como tú ahora lo eres, querido paraguas.
Yo, como tú, quise ser amada
pero en amante solitaria me quedé.

...Aquí, donde la calle se vuelve nacarada
y llueve,
el ideal se muere
y la triste realidad comienza a ser...



Escrito a 20 de Abril de 20

1 comentario:

Elemento Distorsionador dijo...

Algo parecido escribí yo hace un par de años pero sobre un gato negro.
Volvia a mi casa de madrugada, faltaba poco para que amaneciera, y allí andaba el, cerca de la basura, cuando pasé a su lado saltó de la basura a unos matorrales cercanos y desde alli se quedó mirandome. Yo me paré y lo miré, y no me retiraba la mirada el muy cabron. A los 8-10 segundos retomé mi camino. Fue un momento mágico.
Probablemente de no haberse pasado los efectos de la noche el gato me hubiera hablado y todo, pero la cosa quedó en la prolongada mirada...